La ciudad que te atrapa

28 Ago

Posiblemente se trate de la mejor noticia de la semana. No espero encontrarla en ningún portal de internet ni en boca de grandes informadores televisivos en prime time.  Es algo más sencillo  e íntimo que todo eso, se trata del regreso de una persona que vuelve a casa. Paradójicamente, no a la suya ni a la mía, pero sí a 23 km. que se han convertido en indispensables para mí porque a esa distancia albergo uno de mis mayores trofeos.

Cito a uno de mis poetas urbanos favoritos, “Barcelona es grande pero el mundo es un pañuelo”, esa debe ser la premisa que seguimos los que en alguna ocasión nos hemos enamorado de la Ciudad Condal. Sentirte invisible entre sus calles un día y pensar al siguiente que las baldosas que pisas están ahí para mecer tus propios pasos. Recuerdo ya con nostalgia los días que en los que me dormía en el tren camino a casa después de las clases o cómo odiaba tener que correr por miedo a perder un autobús cuya línea apenas a nadie le sonaba, a la vez que no puedo evitar sonreir al pensar en  las caminatas hivernales que protagonicé por el Raval durante el último año de carrera, perderme entre escaparates ya a las nueve de la mañana o sin duda alguna, compartir los mejores creppes de Nutella junto a algunas coetáneas.

Sabía que pronto iba a llegar el día en que iba a añorarla, no solo por lo que Barcelona ha significado en mis últimos cuatro años o porque en ella viven dos trocitos de mi alma, si no que se me impregnó su olor a mar cerca de Colón o la espesa niebla que suele cubrir la Zona Alta.  Quizás sean estos los motivos por los que cuando te cruzas con la ciudad, te atrapa. O al menos estos son los extraños argumentos por los que a mí me tiene encandilada. Lo mejor será que lo consulte el mes que viene con la recién llegada.  O mejor todavía,  comer los mejores creppes de la ciudad  a la vez que lo debatimos con el resto de la manada.

Deja un comentario